Vea lo que está escrito en los versículos del 9 al 13, del capítulo 15, del Evangelio de Juan:
“Como el Padre Me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mi Amor”. Juan 15:9
Jesús vino al mundo y Se entregó por nosotros, por amor a nosotros. Así como el Padre Lo amó y Lo envió, hoy Jesús también nos ha enviado a la vida de las personas que forman parte de la nuestra, como familiares, amigos, conocidos y miembros de la Universal.
La razón por la que usted está aquí leyendo este blog, aunque lo haga contrariado, enojado, molesto, es que se le dijo la verdad, más allá de que está acostumbrado a escuchar a personas que alaban su ego, que lo complacen en todo y que no lo contrarían en nada.
Sin embargo, cuando llegó a la Casa de Dios, a la Universal, se dio cuenta de que el primer trabajo del Espíritu Santo es contrariar nuestra carne, nuestra voluntad, nuestras manías, tradiciones, formas de pensar, de creer y de ser.
¿Y por qué el Espíritu Santo nos contraría? No es para nuestro fracaso, sino para que seamos más que vencedores.
Lo primero que usted tiene que vencer no son los problemas, los demonios, las personas, sino su primer enemigo, que es su propio yo, su voluntad. Nuestro yo es nuestro enemigo número uno.
Jesús dijo:
“Como el Padre Me ha amado, así también Yo os he amado…” . Juan 15:9
¿Sabe cuál es la diferencia entre Jesús y nosotros? Es que Jesús es Perfecto y nosotros somos imperfectos. En otras palabras: “Si el Padre Me amó a Mí siendo Yo perfecto y Yo los amos siendo imperfectos, permanezcan en este amor, sean agradecidos”.
La gratitud es como la sal en la relación familiar. Cuando hay gratitud en el seno familiar, se evitan y se resuelven muchos problemas. Pero, cuando falta gratitud, todo se vuelve difícil. La gratitud es como la sal que conserva la carne, la sal con agua que da energía (suero); la sal es la que da sabor.
“… Permaneced en Mi Amor”. Juan 15:9
Este Amor es fidelidad, gratitud, lealtad.
“Si guardáis Mis Mandamientos, permaneceréis en Mi Amor, así como Yo he guardado los Mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su Amor”. Juan 15:10
Para Dios, el Amor no son palabras, sino actitudes, es decir, tenemos que permanecer con Él incluso en medio de las guerras, de las pérdidas y de las decepciones que sufrimos.
Hay tres grupos de personas:
Los que se apartaron: Desafortunadamente, se dejaron llevar por problemas o por situaciones desagradables, o por un conflicto dentro de la iglesia, pero fueron rescatados. Otros se apartaron porque conquistaron sus objetivos y empezaron a dedicarse más a las conquistas, a disfrutar las bendiciones y despreciaron al Bendecidor, Jesús.
Hoy es el día de que usted regrese a través de este blog, de que sea perdonado, transformado. El Espíritu Santo hizo la obra, por eso hay un gozo en su alma y fiesta en el Cielo.
Los que están indefinidos: Se enfocan más en sus problemas y en la realización de sus sueños personales que en la Salvación de su alma, que es lo más importante. Son aquellos que quieren tener su familia restaurada, una economía exitosa, entre otras cosas. Ignoran las palabras del Señor.
Por esta razón, es necesario que se enfoque en lo más importante, su alma. No sea indefinido, mire su sendero y no se desvíe a la izquierda (incredulidad) ni a la derecha (fanatismo).
Los que están firmes: Son los que guardan y valoran la Palabra, a quienes el mal quiere desviar de la Presencia de Dios.
“Estas cosas os he hablado, para que Mi Gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto”. Juan 15:11
La palabra “perfecto”, originariamente, significa completo, y Dios quiere que su alegría sea completa. Nuestra alegría nunca será completa sin la alegría de la Salvación. Aunque usted aún no tenga la pareja, la casa, la familia, la salud y la fama de sus sueños, con la alegría del Espíritu Santo, tiene gozo perfecto, es feliz y realizado.
“Este es Mi Mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado”. Juan 15:12
El secreto es no solo enfocarse en sí mismo, dejar de ser egoísta, extremista, materialista, perfeccionista, de exigir mucho y dar poco, y comenzar a mirar a los demás y amarlos como Jesús nos ha amado. No esperar ser servido, sino servir; no esperar recibir, sino dar, porque Él dijo que más bienaventurado es quien da que quien recibe.
“Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos”. Juan 15:13
Yo encontré este Amigo, Él dio la vida por mí, no existe amor más grande que este, y todo lo que Jesús espera de nosotros es que también demos la vida por Él.
Cuando amo a mi prójimo como a mí mismo, no busco condenarlo, juzgarlo ni censurarlo, sino que lo perdono, lo tolero y oro por él.
¿Le ha ayudado este blog? Cuénteme su experiencia en los comentarios.
– Obispo Júlio Freitas
– Nos vemos en la IURD o en las Nubes!