Cuando la religiosidad sale, el Espíritu entra
La Gloria no cohabita con la religiosidad.
¡Cuidado! No te olvides de que los mayores ladrones de oportunidades de todos los tiempos y de todas las naciones siempre fueron y serán tus excusas.
La reconciliación con Dios no comienza con el sentimiento de condenación o de incapacidad, sino con la humildad de reconocer nuestras faltas.
Recordá los testimonios: si otros pudieron, vos también podés.