El Evangelio en su Esencia Sacrificial
El Evangelio que anunciamos y enseñamos no es una versión diluida, emotiva, religiosa, sino el Evangelio en su Esencia más Pura.
Características del Evangelio Libertador:
– Hermoso, Impactante, Lindo, Libertador, Maravilloso, Transformador, porque revela la Misericordia, el Poder y la Salvación de Dios.
– Fuerte, radical, sacrificial, porque exige arrepentimiento y entrega total.
– Suficiente, porque en Jesucristo está todo lo que necesitamos para la Salvación.
Jesús debe estar por encima de todos, en el centro de nuestra voluntad y delante de nuestros objetivos cotidianos.
El “yo primero” vs. el Yo de Dios en todo:
– Los que decidan no negar el “yo primero” y no desocupen sus manos para abrazar los Pies del Señor para servirLo con todas las fuerzas, no Lo servirán hasta el último suspiro, porque se cansarán y darán la excusa de que la cruz es «muy pesada», ¡cuando no lo es!
– La verdadera libertad y felicidad no están en creer en uno mismo, sino en entregar toda nuestra voluntad a Él para hacer Su Voluntad.
– Incluso, si pudiéramos realizar todos nuestros deseos, 100 %, aun así no nos realizaríamos en todo ni seríamos felices como al hacer la Voluntad de Dios.
La fe auténtica, dada por el Propio Espíritu de Dios, nos capacita para soportar el peso de la cruz:
– La práctica de la fe sacrificial, basada en el Evangelio íntegro, quita la acusación de la mente, la angustia del corazón y el peso de las piernas.
– Esa fe viva, activa y proactiva es cargar la cruz, no evitarla, rechazarla, odiarla o dudar de ella.
– La cruz es personal: es tuya.
“Porque la Palabra de la Cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los Salvos es Poder de Dios”. 1 Corintios 1:18
La Maravillosa Palabra de la Cruz es:
– Mi voluntad sacrificada por la Maravillosa Voluntad de Jesús.
– La “locura” de negarme a mí mismo para hacer la Maravillosa Voluntad del que me Liberó, Perdonó y Salvó.
– La Alegría de la Salvación, que supera todas las «tristezas» de negar mi voluntad.
Este Poder de Dios es Su Espíritu en mí:
– Revelándome cómo pensar, hablar, hacer, ser y vivir…
– Renovándome como discípulo, amigo y hermano…
– Guiándome hacia los perdidos, sufridos y debilitados, y hacia el Cielo…
– Fortaleciéndome en las tentaciones, tribulaciones e injusticias…
“Destruiré la sabiduría de los sabios, y el entendimiento de los inteligentes desecharé”. 1 Corintios 1:19
Llegamos así a la conclusión de que la sabiduría humana no impresiona ni convence a Dios. Lo que agrada y atrae al Padre Celestial es la entrega de nuestra voluntad por la Suya.
Declará:
– Estoy listo, voy al Jardín del Getsemaní, al Altar, a entregar mi voluntad, ¡ven Señor Jesús!
¡Nos vemos en breve, en la IURD o en las Nubes!
Obispo Julio Freitas



